viernes, 11 de abril de 2008

LECTURAS BÍBLICAS. Ciclo A liturgia completa. 11 de Abril. Viernes 3ª semana de Pascua. Hechos 9,1-20. Salmo responsorial: 116. Evangelio: Juan 6,52-59.

Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Juan. Capítulo 6 versículos 52 al 59

Discutían entre sí los judíos y decían: «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?» Jesús les dijo: «En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él. Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí. Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron vuestros padres, y murieron; el que coma este pan vivirá para siempre.» Esto lo dijo enseñando en la sinagoga, en Cafarnaúm.

(Fuente: Sagrada Escritura, www.servicioskoinonia.org/b y http://www.es.catholic.net/)

COMENTARIO BÍBLICO GENERAL. Autor: padre Alberto Linero, sacerdote eudista

“Si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros”

Lo primero que surge en este relato es que este alimento espiritual no es “optativo”, es algo que se exige si verdaderamente se quiere tener la “vida” y aspirar a la resurrección eterna. El discípulo necesita la Eucaristía como el alimento propicio del Reino. El efecto de este pan de vida, es la unión y permanencia con Jesús. El pedazo de pan que se consagra en la Eucaristía es verdaderamente el cuerpo de Jesús. Por lo tanto, no es una presencia “simbólica” como dicen algunos, sino que es real y sustancialmente su cuerpo. Se trata de darnos cuenta de que estamos “comiendo” a Jesús y que esto es precisamente lo que nos da vida.

(Fuente: libro: “Una puerta a la Palabra”)

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