martes, 27 de mayo de 2008


LECTURAS BÍBLICAS. Ciclo A. Liturgia completa. 26 de Mayo. Lunes 8ª semana de tiempo ordinario. Año par: 1Pedro 1,3-9. Salmo responsorial: 110. (Año impar: Eclesiástico 17,20-28. Salmo responsorial: 31.) Evangelio Marcos 10,17-27.
Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según san Marcos. Capítulo 10 versículos 17 al 27.
En aquel tiempo cuando Jesús salía al camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló y le preguntó: Maestro bueno, ¿qué he de hacer para tener en herencia vida eterna? Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino sólo Dios. Ya sabes los mandamientos: No mates, no cometas adulterio, no robes, no levantes falso testimonio, no seas injusto, honra a tu padre y a tu madre» Él, entonces, le dijo: Maestro, todo eso lo he guardado desde mi juventud Jesús, fijando en él su mirada, le amó y le dijo: Una cosa te falta: anda, cuanto tienes véndelo y dáselo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo; luego, ven y sígueme Pero él, abatido por estas palabras, se marchó entristecido, porque tenía muchos bienes. Jesús, mirando a su alrededor, dice a sus discípulos: ¡Qué difícil es que los que tienen riquezas entren en el Reino de Dios!» Los discípulos quedaron sorprendidos al oírle estas palabras. Mas Jesús, tomando de nuevo la palabra, les dijo: ¡Hijos, qué difícil es entrar en el Reino de Dios! Es más fácil que un camello pase por el ojo de la aguja, que el que un rico entre en el Reino de Dios Pero ellos se asombraban aún más y se decían unos a otros: Y ¿quién se podrá salvar? Jesús, mirándolos fijamente, dice: Para los hombres, imposible; pero no para Dios, porque todo es posible para Dios.
(Fuente: Sagrada Escritura; http://servicioskoinonia.org/ y
http://www.es.catholic.net/)


COMENTARIO BÍBLICO GENERAL. Autor: Andrés Pérez Apablaza Fuente: Catholic.net
“El peligro de las riquezas”.
Que el amor por las cosas no te impida buscar lo único necesario: Dios.
Mirando bien esta escena contemplamos que Cristo nos ve a cada uno de nosotros. Porque cada uno de los que nos decimos cristianos tenemos de una u otra forma apegado, el corazón a las cosas de la tierra y nos damos cuenta que ellas no llenan nuestra alma.
Añoramos a Dios. Y por eso lo buscamos hasta donde pueda estar esperándonos. Este joven lo encontró en el desierto. Y es que cuando Cristo nos pide dejarlo todo, nos pide todo; cuando nos lo pide todo, no nos deja sin nada. ¡Nos da todo porque se da a Sí Mismo, Él todo! Los que han conocido a Cristo, Dios, les da la fuerza para dejarlo todo y seguirlo incondicionalmente.
(Fuente: http://es.catholic.net/aprendeaorar/103/478/articulo.php?id=2828)

No hay comentarios: